Desde CIC manifestamos que no compartíamos esos datos que nos estaban manifestando, que teníamos ese porcentaje de sobras y que, si lo ponían en duda, nos diesen un plazo para poder acreditarlo. No hubo manera, haciéndose evidentes las prisas y los nervios por cerrar el tema y llegar a un acuerdo de mínimos con los de siempre, evitando a toda costa nuestra presencia, a sabiendas de que íbamos a presentar una dura batalla por conseguir un incremento acorde con la pérdida de poder adquisitivo, y que no íbamos a aceptar la más que insuficiente cantidad que se ha pactado.
Y así fue, en un par de horas, todo listo y todos tan amigos. Realmente alguien piensa que se puede negociar algo tan importante en una tarde? Lamentable, irresponsable, injusto y tremendamente perjudicial para el conjunto de la plantilla, quien ha visto gravemente mermado su poder adquisitivo, y que se merecía una defensa mucho más contundente de sus derechos, especialmente ante el escandaloso volumen de beneficios que están consiguiendo las entidades.
No querían testigos incómodos de un acuerdo inaceptable. Los empleados del sector NO SOMOS IDIOTAS, al contrario de lo que están comunicando, calificando de “éxito” su “logro” alcanzado con dicho acuerdo, la realidad es que no hemos hecho más que perder poder adquisitivo, al no haber actualizado nuestro salario, CON EL IPC, como ha pedido CIC y se habia hecho siempre siempre, hasta que en 2011 los firmantes del Convenio decidieron renunciar.
Pese al intento coordinado de patronal y sindicatos firmantes, no vamos a cejar en nuestro empeño, y vamos a defender judicialmente tanto nuestros derechos como los de la plantilla, como siempre hemos hecho. No es la primera vez que nos ocurre, el Tribunal Supremo nos dio la razón en el 2007, anulando el convenio por no haber participado CIC en la negociación. En aquella época, había sindicalistas negociando nuestros convenios, con tarjetas black en el bolsillo. Los derechos que se perdieron entonces, con aquellos mal llamados sindicalistas, algunos hoy condenados, y amparados por sus respectivas organizaciones, jamás se han vuelto a recuperar.
Está clara la intención electoralista de la actuación de la patronal, que pretende perpetuar un sistema que le va como anillo al dedo mediante la aprobación de un acuerdo de mínimos que de aire a unos sindicatos a los que se les ha caído definitivamente la careta.
Pero se equivocan, precisamente estas elecciones son la oportunidad de que todos los empleados le demos la vuelta a esta situación, en la que perdemos cada vez más, y que ha transformado una bonita profesión a la que todo el mundo aspiraba, en un puesto de trabajo al que prácticamente nadie quiere acceder.